banner
Centro de Noticias
Apariencia elegante

máquinas de educación

Apr 10, 2023

Cuatro escuelas globales

MAD Architects, Escuela Le Cheng, Pekín (China) © Iwan Baan

En educación también ha habido clases. Mientras que las grandes universidades nacidas de la Ilustración medieval ocuparon grandes y, a veces, lujosos edificios, la educación primaria permaneció prácticamente restringida a la escala doméstica, a pequeñas aulas dentro de los monasterios, y especialmente a escuelas privadas para barrios dirigidos por tutores generalmente sádicos como el Dómine Cabra que Francisco de Quevedo describe con sarcasmo en la novela picaresca El Buscón, traducida como El estafador.

La instrucción primaria no fue posible hasta la invención de la escuela moderna, y ésta a su vez tuvo que esperar a la invención de los estados modernos, que a partir del siglo XIX asumieron la difícil tarea de dar enseñanzas mínimas a la población. Para cumplir con esta misión, los estados comenzaron a construir escuelas, una por pueblo, una por barrio, y los principios de higiene pronto las convirtieron en mecanismos para crear ambientes saludables e instructivos. Grandes ventanales trajeron la luz del sol a las aulas. Los pasillos se minimizaron para una mejor ventilación cruzada. Pequeñas ya veces grandes bibliotecas proporcionaron ágoras de conocimiento. Y los jardines pusieron a los niños, cada vez más urbanos, en contacto con una naturaleza ya perdida. España tuvo excelentes ejemplos de esta arquitectura racionalista, higienista y cívica de la educación, desde los centros del proyecto de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) hasta las escuelas diseñadas por Antonio Flórez.

Lejos de languidecer tras la destrucción provocada por las guerras mundiales, el impulso educativo se intensificó a partir de 1945. Europa resurgió de sus cenizas. Con él surgió un nuevo estado de bienestar, y este es el contexto en el que debemos considerar la construcción de decenas de miles de escuelas que, en algunos casos, fueron auténticos laboratorios de enseñanza, máquinas de educar, como las propuestas por Aldo van Eyck en la década de 1960 o concebida dentro de la filosofía Reggio Emilia en la Italia de ese mismo período, método continuado en cierto modo por el Colegio Reggio que Andrés Jaque ha construido en las afueras de Madrid (ver Arquitectura Viva 252).

Este dossier de la revista quiere contribuir al estudio de la arquitectura escolar a partir de cuatro casos repartidos por el mundo. La escuela de niñas Raj-kumari Ratnavati en Jaisalmer (India) de Diana Kellogg dialoga con la arquitectura tradicional mientras libera a las mujeres a través de la educación, y la escuela primaria Jadgal en Seyyed Bar (Irán) de BAAZ Office responde tipológicamente a su duro entorno. Por su parte, la Escuela Wayair en Ulyankulu (Tanzania) de JEJU.studio se enmarca en la tradición higienista en su esfuerzo por mitigar las condiciones climáticas extremas de la región, y el jardín de infancia Bambú en Las Condes (Chile) de Gonzalo Mardones aborda un contexto mediante una arquitectura sostenible y rigurosamente modular.

feat.collective, Lanka Central, Batticaloa (Sri Lanka)